viernes, 22 de junio de 2012

Thinkings of Demon

Las horas pasaban lentas cuanto más miraba el reloj. El tiempo parecía estar detenido. Mi mente estaba repleta de cosas. Imágenes que iban y venían. Mis oídos pretendían reproducir voces que nunca había escuchado. Y mi imaginación quiso recrear ilusiones que sólo yo podía pensar. Me cansé de esperar. No puedo permanecer quieta sin hacer nada y esperar sentada. Qué iba a hacer? Quedarme ahí, sin moverme, esperando que pasaran las horas? No. Y no lo lamento. Mi vida no ha terminado aquí. Aún no. Por qué? Muy sencillo. Las corazonadas no me fallan. Y la que esperaba no ha llegado. Entrenaré hasta sentirme preparada para volver y enfrentar lo que realmente es. Porque él no está acabado y yo lo seguiré esperando. Quizás ya he vuelto a estar en la cúspide de las mentiras de otros. Qué ironía... Cuando al regresar juré no caer más en ello.
Engaños y mentiras. Vienen y van. Quién sabe si la falsedad aún no tendrá fin. Ya no hay heridas por las que preocuparse. Ya no hay "dolor" al que temerle. Sí. No lo voy a negar. Quise hacerlo. Quise acabar con todo en ese momento. No lo medité ni un segundo. Siempre lo tuve todo preparado para ese instante. Una masacre. El final de todo cuanto se conocía. Después, mi propio final. Aunque sería irónico. Ni siquiera yo he podido acabar conmigo. Ni la peor de las enfermedades lo ha hecho. Suerte? Dicha? Fortuna? No. No creo en esas banidades. A nosotros nos sonríe una maldición. La maldición perfecta. La que nos ata a la "vida" de un inmortal. No. No somos dioses. Pero nos podemos otorgar el placer de decir que estamos a su altura. Aunque, para qué mentirnos? Somos seres malditos. Siempre pensaremos que somos superiores. De no serlo así, por qué la muerte camina de nuestro lado, dejándonos volver a la vida de aquellos a los que se les acabarán los días mientras nosotros gozaremos de vidas interminables? Eso ha pasado. Y seguirá haciéndolo. He ahí mi despreocupación por quien me importa. Porque yo no estoy acabada. Lo querramos o no, nuestro final está escrito en manos del otro. Pero no descartaré la otra posibilidad. Somos el mismo Demonio. Tenemos la misma sed. Somos simples en apariencia. Complejos en experiencia. Los malditos hijos de Satanás. Insaciables. Inconformistas. Inigualables. Indiferentes. Orgullosos. Egocéntricos. Moriremos mil veces más. Pero regresaremos en cada una de esas muertes. Sin errores. Porque somos... Perfectos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario